miércoles, 19 de septiembre de 2007

Re-bonjour

Después de un largo paréntesis, he echado de menos estos artículos que escribía de vez en cuando. Algunos de vosotros también me habéis empujado un poco, preguntándome cuándo volvería a actualizar el blog. Aunque sé que es más un acto de cortesía que otra cosa, este peloteo y la insistencia de Félix me han ayudado a vencer la pereza. Al fin y al cabo es más fácil escribir para otros que solo para uno mismo.

Pero sobre todo aprecio mucho el blog porque me permite conservar recuerdos que de otra forma se perderían. Después de dos años de aventura europea hay textos que escribí en su momento que me parecen tan lejanos que ahora no reconozco como míos. Y eso está bien. Es como cuando leíamos un libro de los que nos imponían en el colegio; lo leíamos tan a desgana que lo olvidábamos inmediatamente pero, años después, en una segunda lectura, nos sonaba ligeramente familiar y conservaba un dulce sabor a nostalgia.

He querido cerrar la etapa de Luxemburgo y comenzar la de Metz. Aquí todo es diferente, me gusta la ciudad y me gusta mi casa, uno de los lugares en los que más a gusto me he encontrado.

Pero la vida en Metz es también buena gracias a las odiosas comparaciones: comparado con Luxemburgo, Metz es la feria de Sevilla. Hay gente en las calles, tiendas abiertas más allá de las seis llenas de dependientes sonrientes que se interesan por saber de dónde es esta guiri y qué hace aquí. En Metz resultamos exóticos; no están acostumbrados a la presencia extranjera. Y después de dos años en Lux perder el anonimato puede ser hasta divertido.

De todas formas sigo vinculada con Luxemburgo, solo que ahora formo parte de esa masa de gente que cada día sale de la estación con cara de sueño y trazas de baba en la comisura de los labios. Somos los que cruzamos la frontera cada día para ir a trabajar, y nos llaman los frontaliers.

Conocer Metz

Cristina se marchó el domingo a Colonia (Köln, para los germano-hablantes) y con ella se ha cerrado la temporada alta en casa. De momento no tenemos anunciadas más visitas, así que quien quiera animarse ahora puede encontrar pensión libre en Casa López-Sevilla. Creo que nuestra experiencia nos avala y pueden pedirse referencias a los que han estado por aquí este verano.

Para venir solo se requiere una mínima tolerancia a los gatos y llevar huevos a Santa Clara para que no llueva, que menudo veranito hemos tenido… creo que cayó en jueves.

Los peludos

Los gatos se han habituado bien a Metz. Al principio estaban un poco asustados; Yann acababa de ser adoptado, a saber de dónde vendría el pobre, y extrañaba todo, así que pasó los dos primeros días escondido donde podía, sin comer y temblando como una hoja. Cuando llegó tuvo que estar en cuarentena, así que Nemo debía conformarse con mirarlo por la ventana y olerlo por debajo de la puerta. Nemo no lo pasó mucho mejor: tenía miedo del sonido de sus propias pisadas en el suelo de madera, así que trataba de no moverse demasiado.

Pero siete meses después han cogido un exceso de confianza que les lleva cada día a saltar y correr sin ningún pudor por encima de nuestro escandaloso suelo y a trepar por todos los muebles de la casa con admirable agilidad felina. Creo que hay dos a los que aún no han podido acceder, y espero que lo hagan pronto las excursiones de mis peludos limpian el polvo de los muebles.